El año 1839 marcó un significativo punto de inflexión para el Imperio Otomano y para aquellos que estaban ansiosos por que se implementaran reformas. Fue llamado el Período de las Tanzimat (Reformas). Dos sultanes reformistas, Mahmud II y Abdulmecid, comenzaron a instituir una serie de medidas con el objetivo de dar marcha atrás a lo que se percibía como el declive del Imperio.
El primer paso se llevó a cabo en 1839 con la Proclamación de Gülhane, el lugar donde fue promulgado el decreto. El Sultán Abdulmecid anunció el 3 de noviembre de ese año una serie de reformas que tenían como objetivo garantizar los derechos de todos los miembros del Imperio Otomano a la vez que reestructurar el sistema de impuestos.
Esta progresiva liberalización de las mujeres turcas respecto de sus funciones anteriores tuvo su continuidad durante el período de los Jóvenes Turcos, donde se las liberó de la necesidad de tener que llevar prendas que cubriesen todo su cuerpo y la mayoría de su cara cuando saliesen de casa, aunque por supuesto mientras siguieran vistiéndose prudentemente.
En lo que se refiere a escritoras, sólo una destacó realmente durante el siglo XIX y fue la poetisa Nigar Hanım. Conocemos dos poetisas otomanas anteriores, y algunos de sus trabajos han llegado hasta nosotros. Debieron de ser muchas más, aunque probablemente su trabajo no tuvo difusión pública. Por desgracia, existía la costumbre de deshacerse de las pertenencias personales tras la muerte de una persona, y eso incluía las cartas y los escritos. La autobiografía aún no era considerada una modalidad literaria que mereciese la pena desarrollar.
Irónicamente, en un artículo bastante extenso escrito por un catedrático turco y publicado en 2002, podemos encontrar fotos de dos escritoras y se menciona a tres en una lista de otros escritores, que incluía también varones.
Apariciones públicas
Lo que observamos al comienzo de este período, que comienza con la declaración del Decreto de las Tanzimat (1839), es que el status de las mujeres no cambió al principio de manera significativa, pero sin embargo sí lo había hecho de manera significativa para cuando se fundó la República turca en 1923.
Si permitir a las mujeres actuar en un escenario en obras de teatro es algo a tener en cuenta, diremos entonces que las mujeres pertenecientes a las minorías étnicas fueron las primeras en ser admitidas. La primera mujer de la que se tiene conocimiento que haya estado en un escenario público en Turquía era miembro de una de las minorías étnicas del país.
Halide Edip Adıvar (1884-1964) es uno de los mejores ejemplos de lo que una mujer moderna podía llegar a conseguir, de traductora a llegar a servir en el ejército; de escribir libros a huir al exilio; y de ser la directora del departamento de filología inglesa de la Universidad de Istanbul a llegar a convertirse en una miembro del Parlamento.
Tras la Guerra de la Independencia
En 1930 se permitió a las mujeres votar y ser elegidas en las elecciones municipales. No se les dió el derecho a votar en las elecciones parlamentarias y a ser elegidas para el Parlamento hasta 1934. Diecisiete mujeres fueron elegidas al año siguiente. Hay quien especula con que Atatürk pensó en este sufragio en dos fases. Es muy probable que sintiera que no podría intentar aprobar la legislación en el Parlamento sobre los dos ámbitos al mismo tiempo, y que le sería más fácil aprobar la legislación para el ámbito parlamentario una vez el país hubiese aceptado a las mujeres en política a nivel local.
Lo que parece claro es que Atatürk veía a las mujeres como parte de la mitad de una democracia, y que sólo su plena igualdad conseguiría este propósito. Fue conocido por "adoptar" jóvenes turcas y seguir su educacion y progresos. Una de ellas fue la primera mujer turca que pilotó un avión - Sabiha Gökçen.
Sin embargo, en lo que se refería al velo, la legislación aprobada estaba en contra del uso del fez por parte de los hombres, pero no se llegaron a promulgar leyes prohibiendo el velo.
Las mujeres turcas eran ahora libres en el sentido legislativo, más libres que la mayoría de sus homólogas occidentales, pero aún estaban limitadas por la visión que tenía la sociedad sobre ellas y por sus normas. Era mucho más probable que las familias animasen a sus hijas a conseguir una buena educación y convertirse en profesionales si no tenían hijos.
Otro factor que trabajó a favor de la educación de la mujer y de su inclusión como fuerza laboral fue la situación económica que siguió a la Guerra de la Independencia de 1922. El país estaba a todos los efectos en bancarrota sin prácticamente capital para hacer cualquier cosa. La economía tuvo que ser reconstruida, por lo que se fomentó tanto a los hombres como a las mujeres capaces e ilustrados para que trabajasen y asumiesen puestos de responsabilidad. Eso cambiaría más tarde, con una población creciente y un menguante mercado de trabajo - que como una podría esperar, fueron las mujeres las primeras en abandonar.
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