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domingo, 8 de junio de 2008

Cuestión de laicismo


De todos los escenarios que se había planteado el AKP a la hora de dilucidar qué resolución adoptará en julio el Tribunal Constitucional sobre la demanda de ilegalización del partido, el de la anulación de la reforma del velo había sido sin duda uno de los peores. Y ha sido este el que finalmente se ha impuesto, incluso para sorpresa de muchos, pues el propio informe encargado por el tribunal recomendaba no anular la reforma constitucional del velo en base a que este organismo no tenía potestad legal para ello.

No ha sido eso lo que han creido los 9 magistrados que votaron a favor de anular la reforma, y ahora el panorama se le presenta sombrío al AKP. En la mayoría de los foros internacionales y en muchos medios turcos se da ya casi por segura la ilegalización del partido, y en el propio AKP comienza a aflorar el nerviosismo y las prisas; prisas sobre todo por aprovechar -mientras pueda- su gran mayoría parlamentaria para sacar adelante un paquete de reformas que incluya cuestiones clave, tales como estándares europeos para la ilegalizacion de partidos, algo que en mi opinión el partido del primer ministro Erdoğan ya hace tiempo que tenía que haber hecho, en lugar de optar por la estrategia de "esperar y no hacer nada" que defendió el líder del AKP. Ahora el opositor CHP -quien presentó la demanda de anulación de la reforma ante el Tribunal Constitucional- se frota las manos: "ahora verán que teníamos razón", dice su septuagenario líder Deniz Baykal, que considera la sentencia un respaldo a su eterno discurso de que el AKP quiere acabar con el estado laico.

Pero aunque los titulares y los grandes discursos hablen de golpe contra el AKP, no podemos olvidar que no fue únicamente este partido el que apoyó la reforma que permitía el uso del velo tradicional islámico (llamado "türban", en turco) en las universidades del país. También el MHP, representante teórico del nacionalismo en la Gran Asamblea Nacional de Turquía, respaldó esta reforma constitucional. Fueron en total 411 votos a favor contra 123 los que aprobaron la llamada "reforma del velo", que en realidad no habla específicamente de tal prenda si no que se refiere a la igualdad de todos los ciudadanos y su derecho a la educación. Así pues la decisión del Constitucional no parece, a pesar de lo que quieran decir algunos titulares sensacionalistas, una respuesta específica contra el AKP; el golpe es contra todo el Parlamento, contra el mismo sistema democrático turco y la capacidad del legislativo para promulgar leyes y reformas en nombre de la soberanía popular. Parece más bien un desquite del poder judicial, una forma de dejar claro "aquí estamos nosotros". A ver quién se atreve ahora a volver a intentar reformar la Constitución. Algunos analistas comentaban estos días en la prensa turca que el Tribunal Constitucional, y quizás el poder judicial en general, parecía tener la idea de ser el último baluarte de defensa de los valores del laicismo en el estado turco. Eso quizás explicaría muchas cosas.
Tras una reunión de urgencia el pasado viernes, el AKP ha criticado severamente la decisión de los jueces y ha hablado de "veredicto político". Hay, sin embargo, razones para pensar que las razones de fondo sean otras, y que la cuestión que subyace en todo este asunto no sea una guerra abierta entre el AKP y el poder judicial como titula mucha prensa, sino un problema de concepto sobre el principio mismo del laicismo. Una prueba de ello es, como ya he mencionado, el hecho mismo de que la reforma del velo no fue aprobada únicamente por el AKP, y se me antoja improbable que el poder judicial quiera dar intencionadamente una lección a un representante del laicismo nacionalista como el MHP. La otra es la argumentación misma de la sentencia, que se basa principalmente en el Artículo 4º y el Artículo 2º de la Constitución turca; aquel habla de que los tres primeros artículos no se pueden modificar, mientras que este último define a Turquía como un estado laico y de derecho, entre otras cosas. El Tribunal Constitucional argumenta en su sentencia que permitir el velo en las universidades va en contra del principio del laicismo que se menciona en el Artículo 2º, que además no se puede modificar... y se queda tan ancho. No hay ninguna referencia en ese artículo al uso del velo, ni siquiera a "qué es el laicismo". Los 9 jueces del Constitucional que votaron contra la reforma simplemente consideraron que usar el velo en las universidades no es algo "laico". Casi suena ridículo, pero no es un concepto ajeno para alguien que conozca un poco este país.

En Turquía el laicismo que impuso Atatürk a principios del siglo XX acabó llevándose hasta el extremo y cobrando casi el carácter de otra religión, y hoy en día el concepto de "laicidad" que pueden tener algunos turcos, especialmente entre los miembros de la cúpula judicial, universitaria y del ejército, dista mucho de parecerse al concepto que tenemos en Europa o incluso en los países más puntillosos con esta cuestión -como por ejemplo Francia-, y peca de un radicalismo y una intransigencia que a veces incluso asusta, como vimos en algunas manifestaciones tras la aprobación de la polémica reforma sobre el velo en el Parlamento. La cuestión en estos momentos en Turquía no es "laicismo sí" o "laicismo no", cosa que bien pocos parecen cuestionar; la cuestión es, por contra, qué tipo de laicismo es el que queremos: si aquel intransigente e intolerante hasta el extremo con la religión que ha predominado desde hace décadas en este país y ha usado el miedo al Islam incluso como excusa para atentar repetidamente contra la democracia; o por contra, un laicismo basado en la separación normal de estado y religión, que defienda unos principios comunes sobre los que construir una convivencia en igualdad entre ciudadanos con creencias y costumbres muy diversas. Esa y no otra es la naturaleza real del debate que vive Turquía, y la sentencia del Tribunal Constitucional -ridícula e ilegítima- parece evidenciarlo una vez más.
De ser esto cierto, el AKP -y la propia Turquía- podría respirar más tranquilo. Si el partido gobernante se envuelve en la psicosis de la guerra política dirigida desde el poder judicial, sin duda puede esperar una sentencia a favor de la clausura del partido cuando el Tribunal Constitucional se pronuncie al respecto en julio. No olvidemos además que la acusación se basa principalmente en la aprobación por parte del AKP de la reforma del velo. Sin embargo, si tomamos el camino medio y vemos este problema de "concepto", entonces vemos la reciente sentencia sobre el velo como un error -grave sin duda- del tribunal, pero sin otro objetivo que defender lo que este considera es el concepto laico del estado. Una cosa es anular una ley, y otra bien distinta clausurar un partido, y el Constitucional podría considerar que anulando la reforma ha conculcado el principal peligro y enviado al partido en el gobierno el "aviso" que debía. De hecho, muchas de las "quinielas" que se hicieron cuando se presentó la demanda de cierre del AKP hablaban precisamente de una sentencia absolutoria sobre la ilegalización a cambio de la anulación de la reforma del velo. Convendría hacer memoria de eso para situarnos. Podríamos estar justamente en medio de ese escenario, en el que el Constitucional se daría cuenta -presionado desde dentro y fuera de Turquía- de las tremendas repercusiones que una decisión de clausura del partido que obtuvo una victoria histórica en las pasadas elecciones -con más del 47% de los votos- tendría para la estabilidad económica, política y social de un país en el que ya hay suficientes problemas.

Además, las leyes turcas no impedirían que los diputados y mienbros del AKP -incluido al primer ministro Erdoğan- se volviesen a presentar como candidatos independientes para formar luego un nuevo partido, seguramente incluso con más votos. Los jueces del Constitucional lo saben, son conscientes de todo ello, y podrían considerar que por ahora "ya ha sido suficiente" y han dejado claro al AKP -y a los que vengan después como él- hasta dónde pueden llegar con sus reformas, y qué cuestiones son intocables para la "vieja guardia" del laicismo. El AKP puede respirar por tanto, en mi opinión, tranquilo a ese respecto, pero debería corregir errores y retomar cuanto antes el camino de las reformas que le acerque todo lo posible a la UE. Nadie quiere una Turquía sin timón y a la deriva, y menos en Bruselas. Ese es sin suda el mejor apoyo que tiene el AKP, y la mejor garantía que tiene Turquía de poder abordar una transición de manera decidida y sin sobresaltos. El tiempo dirá si estoy en lo cierto, o si el poder judicial ha olvidado realmente la responsabilidad con su país y el deber con sus ciudadanos.

No podemos olvidar, por supuesto, a las grandes perjudicadas de esta resolución. A todas esas mujeres turcas a quienes se limita su derecho a la educación, obligándolas a elegir entre su religión y sus creencias personales, y su deseo de adquirir una formación que les brinde un futuro mejor. Volveremos a ver la absurda escena de tantas mujeres poniéndose la peluca a la entrada de las universidades para no quitarse el pañuelo islámico, para satisfacción de los vendedores de pelucas y de aquellos que aseguraban que la entrada del velo en el santuario laico universitario era sólo el preludio de la llegada de la Sharia y de la imposición del velo a todas las mujeres del país... Nos extrañarán luego las manifestaciones de mujeres cubiertas en las calles de Turquía, y les harán fotos los periodistas para que en Occidente podamos seguir hablando de la Turquía "dividida" y del Islam "radical", a pesar de que esas manifestaciones han sido tan minoritarias que la prensa turca las ha ignorado por completo. Algunas agencias europeas hablaban estos días de mujeres que se alegraban de la sentencia del tribunal por miedo a que se las obligase también a llevar velo: absurda y egoista preocupación, cuando es de la libertad y el derecho a la educación del 65% de las mujeres turcas de lo que se está hablando.
Sin duda son también minoría las que pueden alegrarse por una decisión así, pues quien conozca un poco este país sabe bien que en Turquía no hay esa división de la que se habla en la prensa occidental, y que todo el mundo tiene un familiar, una hermana, una hija, una amiga o una vecina que usa el türban con normalidad. Mi esposa es turca y musulmana creyente, y sin embargo no lleva velo; eso no le impide, como a tantas y tantas turcas, tener amigas y familiares que se cubren la cabeza. Conocemos mujeres que antes llevaban la cabeza descubierta y que ahora usan velo, y también otras que antes llevaban velo y que luego decidieron dejar de usarlo. En cualquiera de los casos es su decisión personal, y nadie -ni siquiera el estado- tiene derecho a decirles qué llevar y qué no. El velo es una realidad social y cultural en Turquía, no una etiqueta identificativa de la Sharia; de ahí que la inmensa mayoría de los turcos apoyasen la reforma del velo, según las encuestas.

En quien pensamos ahora es, como no puede ser de otra forma, en la tristeza de todas esas mujeres que lloran estos días porque no podrán ir a la universidad por su religión o su forma de vestir. Que tendrán que renunciar a sus estudios o viajar, si pueden permitírselo, a otros países europeos -como Francia- donde acudir con un velo a la universidad no se ve como una "provocación" al laicismo del estado... Valiente hipocresía la de los que defienden los derechos de la mujer sólo cuando esta se ajusta a sus propios patrones de conducta y de pensamiento; valiente hipocresía la de los que pretenden dar lecciones de tolerancia y convivencia a esa gran mayoría que desde hace años reivindica, casi en silencio, el derecho a la igualdad en una Turquía que aún mira de reojo a sus propios ciudadanos.
Pablo

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