Si acudimos a Turquía en busca de los grandes monumentos, como los que podemos contemplar en ciudades como Estambul o a lo largo de la costa del Egeo, sin duda İznik no es nuestra ciudad. Pero si queremos huir del típico circuito turístico, o si símplemente tenemos tiempo para hacer una pequeña escapada y conocer los pequeños rincones de historia que esconde Turquía, posiblemente İznik sea el lugar que andamos buscando.
Localizada en medio de la ruta que atravesando Estambul une Europa con Asia, los orígenes de İznik se remontan hasta 2.500 años antes de Cristo. No fue hasta el siglo IV antes de nuestra era en que recibió el nombre con que históricamente se ha conocido siempre a İznik, Nicea, cuando uno de los generales de Alejandro Magno, Lisímaco, la llamó así en honor a su esposa Nike. De manos griegas y macedonias pasó a formar parte del Imperio Romano, y más tarde de Bizancio tras la división del imperio y la caída de Roma. Nicea cobra sin embargo su importancia en el año 325 de nuestra era, cuando Constantino, primer emperador romano cristiano, convocó en la ciudad el primer concilio ecuménico de la cristiandad; de aquí salió el llamado “Credo de Nicea”, que fijó por primera vez en la historia una doctrina común para todos los cristianos y estableció como válidos los cuatro evangelios conocidos de Lucas, Juan, Marcos y Mateo, calificando al resto de falsos o “apócrifos”. Más tarde durante el siglo XIII Nicea sería temporalmente la capital del Imperio Bizantino tras el saqueo de Constantinopla por parte de los cruzados en 1204. Tras la captura de la ciudad por los otomanos comandados por Orhan Gazi en 1331, la antigua Nicea se convertiría en un centro cultural, comercial y artístico. La ciudad pasaría a llamarse İznik, que se deriva de “Eis Nik”, nombre con que los bizantinos se referían a la ciudad derivado de la expresión “Eis Ten Nikaieon” (“Ir a Nicea”, en griego), de forma muy similar a como la antigua Constantinopla acabaría llamándose İstanbul.
Para llegar a İznik exísten líneas regulares de autobús desde varias ciudades, principalmente Bursa y Estambul. Si decidimos emprender viaje desde Bursa, un minibús comunica aproximadamente cada media hora Bursa e İznik empleando una hora en el trayecto; en el caso de partir desde Estambul, el viaje durará algo más de cuatro horas. Una vez llegados a las proximidades del Lago İznik, el hecho de que la ciudad de la que recibe el nombre se encuentre en uno de sus extremos nos brinda la oportunidad de recorrerlo a lo largo de su orilla, disfrutando de sus vistas. En él veremos a pescadores y aves acuáticas compartiendo por igual las aguas del lago, mientras en la orilla los juncales y abedules ceden pronto el paso a los olivos que cubren toda la región hasta llegar a las faldas de las montañas que rodean al lago, brindando el conjunto al viajero ocasional una postal natural de un verdor y una belleza únicos.
Aun siendo la primera vez que acudamos, es fácil percatarse de cuando uno entra en İznik porque ya desde lejos pueden apreciarse a la perfección las murallas de la ciudad, construidas y reconstruidas varias veces desde la época griega hasta tiempos bizantinos, y que en conjunto alcanzan una longitud de cinco kilómetros. Sorprende ver como en términos generales la ciudad se mantiene aún hoy en día dentro de los límites marcados por las murallas, que si bien seguramente podrían merecer una restauración, puede decirse que forman un conjunto impresionante tanto por su longitud como por su estado de conservación, rodeando todo el perímetro de la ciudad prácticamente sin más interrupciones que las de las cuatro puertas originales existentes. Dependiendo de nuestra ciudad de partida entraremos a la ciudad por la puerta de Yenişehir o la de İstanbul; tanto si nos bajamos en la estación de autobuses (Otogar) como si lo hacemos en una parada anterior, nuestro punto de partida será la plaza central de İznik, que sirve de cruce de caminos para las dos vías principales que dividen la ciudad orientadas a los puntos cardinales, siguiendo el esquema original con que se construyó la ciudad ya desde tiempos helenísticos. Allí mismo encontraremos una oficina de información turística donde podremos hacernos con información sobre la ciudad y un pequeño plano que nos servirá para orientarnos. Enseguida comprobaremos que aquí las distancias son cortas y que recorrer toda la ciudad no será más que un agradable paseo.
Uno de los aspectos que puede sorprendernos un poco de İznik es la abundancia que encontraremos de bicicletas y motocicletas (al menos en relación a lo que suele ser habitual en otras ciudades de Turquía), que los habitantes de İznik prefieren quizás por el pequeño tamaño de la ciudad y la abundancia de restos arqueológicos, lo que puede llegar a dificultar el uso del coche en ciertas zonas. No nos resultará por ello extraño contemplar la estampa de unos motoristas atravesando alguna de las puertas de la ciudad o recorriendo la zona de las murallas, por lo que si echamos mano de un poco de imaginación y hemos estado en Roma, no nos será difícil pensar por un instante que hemos regresado a la Ciudad Eterna. No en vano, además, İznik fue por un tiempo la capital del Imperio Bizantino, que a ojos de sus propios súbditos era lo que quedaba realmente de la antigua Roma.
Si saliendo de Ayasofya tomamos la calle que sale en paralelo a la iglesia en dirección este (Lefke Kapısı Caddesi), accederemos a una de las calles más bonitas y comerciales de İznik, donde podremos disfrutar de un agradable paseo mientras recorremos tiendas de todo tipo, en las que podemos aprovechar para adquirir alguna de las maravillas de la artesanía cerámica de İznik -de fama bien merecida desde tiempos otomanos- a precios nada desorbitados. Si la cerámica no nos convence, İznik tiene también fama por sus bordados en seda y otros trabajos de artesanía -quizás menos conocidos por el público foráneo- que quizás merezcan la pena que les echemos un vistazo. A mitad de camino podemos tomar un pequeño desvío a la derecha para hacer una visita a la Madrasa de Süleyman Paşa, en muy buen estado de conservación y una de las más antiguas de la ciudad. Construida a mediados del siglo XIV por Süleyman, hijo de Orhan Gazi, cuenta con 11 estancias en las que se estudiaba el Corán.
Tras pasear por las orillas del Lago İznik podemos comenzar la última etapa de nuestro recorrido por la ciudad dirigiéndonos de nuevo en dirección este, pero esta vez desviándonos un poco para hacer una breve visita al teatro romano que el mismísimo emperador Trajano -de origen hispano- ordenó construir hacia el 112 d.C. Caido en desuso con el tiempo, su estado de conservación no es muy bueno debido a que durante el siglo VIII fue usado como cantera por los bizantinos para la ampliación de las murallas de la ciudad, y más tarde durante la Edad Media como cementerio. Desde allí seguimos en dirección sureste pasando por los restos de la iglesia bizantina de Hagios Tryphonos, del siglo XII, y emprendemos nuestro camino hacia la estación de autobuses de İznik (Otogar). No obstante, antes de embarcarnos en nuestro autobús de regreso podemos visitar algunos lugares de interés muy próximos a la estación, como la Casa de Yakup Çelebi, construida en el siglo XIV por el derviche que le da nombre, o los restos de la iglesia bizantina de Koimesis, originaria del siglo VIII; muy próximo a esta última se encuentra también un baptisterio bizantino (Böcek Ayazması), cubierto por una cúpula, que se cree formó parte junto con la iglesia de Koimesis del Monasterio de Hyakinthos, un obispo bizantino del siglo VIII.
Cómo llegar:
En autobús desde Bursa o Estambul (İznik Seyahat tiene autobuses directos desde Estambul-Otogar).
Dónde alojarse:
Si queremos hospedarnos en la zona, hay algún hotel en İznik (Hotel Aydın, tlf. 0224 757 76 50), pero lo mejor es alojarnos en la cercana Bursa: Hotel Almira (http://www.almira.com.tr/), Hotel Kervansaray (www.kervansarayhotels.com/bursa), Hotel Kırcı (http://www.kircihotel.com/).
Qué ver:
Imprescindible visitar la iglesia de Ayasofya, la Mezquita Verde (Yeşil Camii), el Museo de İznik, alguna de las puertas de la ciudad (Lefke Kapı e İstanbul Kapı son las mejor conservadas), y admirar la extensión de las murallas. No dedicar -al menos- media hora de nuestro tiempo para contemplar el Lago İznik resultaría imperdonable.
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