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lunes, 11 de febrero de 2008

¿Es Turquía menos laica sin la prohibición del velo?


Durante estos días hemos asistido a un intenso debate sobre la conveniencia o no de poner fin a la prohibición de que las mujeres turcas asistieran ataviadas con el tradicional velo islámico o "türban" a las universidades del país. Después de la votación del sábado, salvo imprevistos o maniobras judiciales de última hora el fin de esta prohibición será una realidad en poco tiempo, toda vez que ha superado las dos votaciones en la Asamblea Nacional gracias a la alianza (un tanto extraña, todo hay que decirlo) que para esta cuestión han hecho el gobernante AKP y el nacionalista MHP.

Mucho se ha criticado estos días esta curiosa unión (cosas más raras se han visto en Turquía, de todas formas), a la que se ha acusado de querer sacar rédito político de una cuestión que crearía tensiones en el país. Desde luego tensiones las ha habido, y quizás asistamos durante algunos meses a algún tipo de incidente por parte de los sectores de la sociedad turca más intransigentes con esta cuestión: de ahí que quepa preguntarse si aquellos que apelan en estos momentos a esas posibles "tensiones" no sean sino precisamente los que más prestos están a provocarlas.

Puede también que ambos partidos hayan querido obtener beneficios de una demanda mayoritaria en la sociedad turca (casi el 80% de los turcos apoyan el fin de la prohibición del velo en las universidades, según una amplia encuesta realizada en 2007), y aunque el AKP y el propio Erdoğan llevara tiempo barajando esta propuesta, es cierto que en política la línea que separa la mayoría de la demagogia en ocasiones puede ser muy fina; no obstante, parece un poco rebuscado pensar como se ha venido apuntando que el AKP tenga con esta medida el ojo puesto en las elecciones locales, aún lejanas.

Por último, tanto desde la oposición política al AKP como desde numerosas organizaciones civiles (incluídas numerosas organizaciones feministas) se ha venido reivindicando que hay reformas pendientes en el país mucho más importantes, lo cual no deja de ser una gran verdad. Temas clave para proseguir con las reformas que deberían acercar a Turquía a la UE, como la modificación -o supresión- del famoso artículo 301, siguen aparcados desde hace años, y en general puede decirse que 2007 fue un año perdido en lo que a reformas se refiere a pesar de la segunda victoria consecutiva del AKP. En este contexto, la decisión del AKP y el MHP de empeñarse en sacar ahora adelante la cuestión del velo tiene cierto aire de guiño electoral al electorado más conservador de ambos partidos, especialmente en el caso del AKP después del importante viraje al centro más moderado que protagonizó de cara a las últimas elecciones generales de 2007.

Dicho todo esto, lo que cabe preguntarse ahora es si con esta decisión Turquía, un país de amplia tradición laica desde que Atatürk declarara la república en 1923, es ahora menos laica que antes. O incluso ir más allá, y cuestionarse tal y como hacen algunas personas en Turquía y en Europa estos días, si con ello se abre el camino hacia la implantación de la "sharia" o ley islámica en el país y la creación de un estado islámico, al estilo de Irán, en Turquía.

Personalmente, este planteamiento me parece una idea absurda e infundada, y la respuesta a esta teoría sería un rotundo NO. El CHP ya quiso a través de su lider -Deniz Baykal- explotar esta idea en las últimas elecciones, apelando al voto del miedo y a presentar una Turquía dividida en dos... cosechando con ello el estrepitoso e histórico fracaso que obtuvo en julio del año pasado, ante lo cual el señor Baykal miró para otro lado y optó por seguir hundiéndose en el nacionalismo y la radicalización y arrastrar a todo el partido que fundara Kemal Atatürk consigo, en lugar de irse en el momento oportuno y dejar paso a ideas nuevas y planteamientos más moderados. Si el fundador de la moderna Turquía viese qué inepto pretende ser el defensor de sus ideales, posiblemente le propinaría una patada igualmente estrepitosa.

Al plantear ciertas cuestiones conviene no perder la perspectiva de las cosas, especialmente la histórica, ni olvidar la causalidad -que no casualidad- que las provoca. Apelar al ejemplo del vecino Irán puede ser un acicate interesante -e igualmente irresponsable- a la hora de avivar el miedo entre un electorado desilusionado; pero Turquía no es Irán, ni se le parece: ya sea desde el punto de vista histórico, social, político, o ya que estamos religioso; de hecho, los turcos otomanos y la Persia safávida fueron históricamente dos rivales antagónicos eternamente enemistados. No, Turquía ni fue ni será cómo Irán, sencillamente porque no puede serlo. Porque cuando contemplamos las peculiares características del Islam turco, de la tierra que acogió a místicos amantes del amor y la tolerancia como Mevlana o que vió nacer a las órdenes de derviches, debemos entender que son fruto de la forma de ser de los turcos, de su historia como pueblo, y del crisol de culturas y civilizaciones que formaban las tierras de Anatolia en las que se asentaron. Siendo conscientes de todo eso, podemos acercanos a entender a la sociedad turca y a su forma de ver la religión, la sociedad, y la vida. Pero sobre todo, al plantear la perspectiva de Irán y del miedo se olvida algo muy importante: que el Islam no es un todo único, como no lo es ninguna creencia, y mucho menos aún en Turquía. Cuando se piensa en la posibilidad de aplicar la sharia en Turquía, hay que contar no sólo con una sociedad tradicionalmente bastante tolerante y donde los dictados del Islam se practican de manera más holgada que en otros países de religión islámica; sino también con un sin fin de confesiones diversas -judíos, protestantes, católicos, ortodoxos, armenios, siriacos-, y muy especialmente con 15 millones de alevíes que se consideran tan musulmanes como los que más pero para quienes la sharia es un concepto totalmente ajeno. La sharia, sencillamente, no tiene cabida en Turquía, y pocos la quieren.

La cuestión del velo ha suscitado debates muy encendidos, como en su día los suscitó en otros países europeos, especialmente en Francia. La propia UE no ha querido pronunciarse sobre esta cuestión en el caso de Turquía por entender que no existía una norma unificada entre sus países miembros, y que era algo sobre lo que cada país debía decidir. En el caso de la enmienda constitucional que el AKP y el MHP acaban de aprobar en la Asamblea Nacional, el fin de la prohibición se refiere únicamente al uso del velo en las universidades -seguirá estando prohibido en los niveles inferiores de la educación, así como en el funcionariado; además, siguen estando prohibidos atuendos que cubran todo el cuerpo, como el çarşaf o "chador", muy minoritario en Turquía de todas formas. Se trata de una medida limitada que, teniendo en cuenta que se pone en práctica en un país donde la población se declara en un 95% creyente musulmana, casi parece más un alivio por parte del estado que una concesión a la religión.

Que el AKP tiene su origen en el islamismo político es innegable; también tiene la socialdemocracia europea su origen en el marxismo, y no creemos que vaya a implantar un estado soviético. No es menos cierto además que el AKP surgió del ala más moderada de ese islamismo político (como una escisión del Partido del Bienestar), y que desde entonces ha hecho un notorio esfuerzo -con notables incorporaciones de todo el espectro político turco- por situarse en un plano moderado frente a la deriva nacionalista de los principales partidos de la oposición turca, lo que le ha llevado a acaparar masivamente el voto de centro de los turcos y a ganar con holgadas mayorías las dos últimas elecciones generales en Turquía. Erdoğan ha repetido en numerosas ocasiones que el AKP es un partido demócrata conservador (es miembro del Partido Popular Europeo) en línea con la democracia islámica -el equivalente a la democracia cristiana para Turquía-, y se ha manifestado numerosas veces a favor del laicismo y del principio de separación entre religión y estado, y como firme defensor de la democracia y las libertades. Es de hecho, a pesar de errores y retrasos, el partido que con diferencia más ha hecho por acercar a Turquía al camino de la UE y por traer reformas políticas, económicas y sociales a un país acostumbrado durante varias décadas a vivir bajo la perspectiva de una asonada de los militares. Desde el inicio del gobierno del AKP el crecimiento económico se ha mantenido en torno al 7% anual, la renta per cápita se ha duplicado, se ha disparado el comercio exterior y la inflación ha caido del 30% al 10% anual; estos datos, y una clase media turca en crecimiento -que los estudios muestran con una visión laica y moderna del Islam, políticamente de centro y que apuesta por la UE- son suficientes para explicar el éxito del AKP. El resto de partidos de centro del espectro político turco han sido barridos o simplemente absorvidos por el éxito arrollador del AKP, y el CHP queda como representante de una "socialdemocracia" con derivas cada vez más nacionalistas (cada vez resulta más dificil distinguirlo del MHP) que apuesta por un involucionismo político y por mirar de reojo a la UE. Los supuestos "islamistas" buscan la integración en la UE mientras la teórica "socialdemocracia" se opone a las reformas... Así pues, ¿quién representa en estos momentos la moderación y el progreso en Turquía? He aquí la paradoja, y la razón por la cual no podemos aplicar una perspectiva occidental para explicar la política turca.

Analicemos ahora la cuestión del velo en las universidades. El principio del laicismo establece la separación entre religión y estado: ¿podemos pensar que esa separación es ahora más tenue en Turquía, después de que el velo haya sido permitido en los campus universitarios? Sólo una visión alarmista podría verlo así. En los estados donde tal separación entre religion y estado no existe, es el estado quien dicta las normas de vestimenta a sus ciudadanos en función de criterios religiosos. En este caso, sin embargo, el estado turco no renuncia a su caracter laico, sino que partiendo de este fundamento, "autoriza" a sus ciudadanos a vestir prendas religiosas en el ámbito público, de forma más bien limitada.

El velo islámico no sólo es una tradición en Turquía -como apuntaba recientemente el escritor turco Orhan Pamuk-, sino una realidad cultural y social que utilizan en torno al 65% de las mujeres turcas, según los más recientes sondeos. Aunque asociado generalmente con el Islam más tradicional, la obligación de que la mujer vista el velo no aparece en el Corán, y en realidad esta prenda o su versión moderna en forma de pañuelo (aunque se la siga designando como "velo" en castellano, o "türban" en turco) formaba hasta hace bien poco parte de la tradición cultural de todo el Mediterráneo, y sigue utilizándose en muchos países del norte y este de Europa. Pero sobre todo, lo que ha hecho el parlamento turco estos días no es sino acabar con el sin sentido de las escenas que se daban a las puertas de las universidades, donde muchas mujeres turcas por no renunciar a su identidad cultural y religiosa optaban por taparse con pelucas; la prensa turca apuntaba estos días que no sólo las mujeres con velo, sino también los fabricantes de pelucas, seguían con atención el debate sobre el türban. El fin de la prohibición sin duda aliviará este suplicio, pero además contribuirá a que muchas otras mujeres que pudieran tener reticencias a cursar estudios superiores por tener que renunciar al velo puedan hacerlo sin condicionantes; y si queremos que la mujer turca decida consciente y libremente si quiere llevar el velo islámico o no, nada mejor que mejorar su acceso a la educación.

La cuestión entonces aquí no es hablar de si Turquía es más o menos laica ahora, sino de qué tipo de laicismo es el que queremos para Turquía. Y este es desde hace tiempo el verdadero debate en la sociedad turca. Resulta un poco triste ver cómo, una vez más, las noticias sobre el debate del velo se han cubierto desde la prensa europea como una división simplificada en dos bandos: "islamistas" contra "laicistas"... La pregunta sería: ¿dónde metemos a todos los demás turcos -la gran mayoría- que no comulgan con ninguno de los dos extremos? ¿Es que un laico no puede ser musulmán -como de hecho lo son la mayoría de los turcos? ¿Es que los "laicos" que se manifiestan estos días en Ankara o Izmir, o los millones que protestaron cuando Abdullah Gül optó a la presidencia de la república... no son también musulmanes? ¿Son budistas, quizás, en Turquía? ¿O es que se han equivocado de país?

Quizás a estos periodistas que se apresuran a hacer una reflexión tan simple, apresurada y -permítanme decirlo- ignorante de la realidad de Turquía les sorprendería ver una escena que yo he podido ver en muchos lugares de Turquía: una foto de la Kaaba junto a otra de Atatürk, el padre de la moderna Turquía laica; los mismos alevíes, por ejemplo, acostumbran a colgar junto al retrato de su profeta Alí el del padre del estado secular turco. De hecho, estos días hemos visto -una vez más- a mujeres que acudían a esas mismas manifestaciones con y sin el türban; y es que, como ya se ha explicado otras veces en este blog en Turquía conviven diferentes formas de ver el Islam, y mujeres con y sin velo caminan juntas, son amigas y hasta forman parte de la misma familia. De nuevo escuchamos también una y otra vez hablar desde los medios de comunicación de la "élite laica turca"... En Turquía hay élites, claro: políticas, económicas, sociales... ¿pero por qué "laica"? ¿Es que no hay élites musulmanas? ¿Es que sólo protestan esas supuestas "élites"? ¿Es que no hay defensores del laicismo que usan el velo? ¿No será que estamos creando una división donde no la hay?

Todo esto, que en Occidente (donde nos empeñamos en verlo todo en blanco y negro, sin aceptar matices) nos cuesta tanto entenderlo, ocurre porque -repitámoslo una vez más por si no ha quedado claro- el velo es una realidad social y cultural en Turquía. Y negarlo, supone negar simplemente una parte importante de la realidad de ese país. Todo periodista debería ser consciente de que cuando informa, crea una opinión a muchas personas que toman sus palabras como referencia. Por algo se le llama el Cuarto Poder. De ahí la gran responsabilidad que supone el informarse bien para luego informar mejor, y no dejarse llevar por la visión sesgada y la foto fácil. Y presentar a la sociedad turca como formada por las dos posturas extremas que se manifiestan estos días -de forma además bastante minoritaria, diría yo- supone una irresponsabilidad que contribuye sólo a formar una imagen totalmente distorsionada de la realidad social de Turquía, y a crear aún más prejuicios y estereotipos sin sentido sobre este país. Hay una inmensa mayoría de turcos -y las encuestas así lo demuestran- que ni creen que ser un buen musulmán implique necesariamente llevar velo o rezar todos los días, ni creen que el AKP tenga ninguna "agenda oculta" para implantar la "sharia" en Turquía: esta mayoría no se manifiesta estos días en la calle porque ven la reforma sobre el velo como una necesidad y una demanda, y sólo espera que esta reforma no sea la última de las muchas que necesita el país para converger con Europa.

El problema que se refleja estos días en Turquía es la existencia de posturas extremas -aunque minoritarias- en torno no sólo al Islam, sino también y especialmente en el caso de Turquía en torno al laicismo. El problema es la intransigencia de algunos sectores sociales respecto al uso del velo, que para muchas personas en Turquía constituye no una elección personal y religiosa sino un símbolo del islamismo político, al que los sectores más intransigentes del laicismo ven como una amenaza a la secularidad del estado turco. Esta postura es, a mi modo de ver, exagerada y cuando menos peca de cierto alarmismo; un alarmismo que puede ser legítimo, pero que azuzado por determinados sectores y en especial por organizaciones civiles y políticas puede llevar a crear tensiones sociales en torno a una cuestión que requiere una reflexión seria y una actuación responsable. También debe exigirse responsabilidad a estas personas, en especial a aquellas que desempeñan su labor en las universidades, para que no obstaculicen el derecho otorgado por un cambio constitucional demandado por una gran mayoría de la sociedad, y aprobado democráticamente en la Asamblea Nacional.

Un estudio publicado por la TESEV (Fundación Turca de Estudios Económicos y Sociales) a finales de 2006 titulado "Religión, política y sociedad en una Turquía cambiante" indicaba que, pese a que una parte de la sociedad percibía que la religión estaba más presente en Turquía, el Islam estaba sometiéndose a un proceso de modernización y liberalización que no suponía ninguna amenaza al secularismo, y que no era el número de mujeres con velo el que se había incrementando sino su visibilidad, al atreverse cada vez más estas mujeres a participar en la vida pública diaria asistiendo a lugares de ocio o buscando un empleo. Asistimos pues a una apertura social, no a una involución hacia el Islam, y si hay una herramienta que ha demostrado ser útil para luchar contra el fanatismo y la intransigencia esa ha sido el desarrollo económico y social unido al auge y respeto de las libertades y derechos personales. Las imposiciones nunca han servido para cambiar nada, sólo para ocultarlo: el cambio ha de ser por convencimiento, desde dentro, para ser real y duradero.

Turquía vive una época de transición y de cambios necesarios, y es responsabilidad de todos estar abiertos a esos cambios y ayudar a que se desarrollen sin tensiones ni errores. El mundo entero contempla estos cambios, y Turquía puede ser un magnífico ejemplo para otros países musulmanes, no sólo en lo referido al laicismo. Colaboremos pues todos, y abracemos los cambios sin prejuicios, esperando que detrás de esta reforma vengan otras muchas, aún pendientes y posiblemente, mucho más necesarias.


Pablo

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