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lunes, 17 de agosto de 2009

Turquía debate la solución a la "cuestión kurda"

ANKARA
Turquía debate con fuerza desde hace varias semanas la posibilidad real de poner fin a un conflicto que ha desengrado el país durante décadas y ha lastrado su progreso económico, político y social, y sus posibilidades de ingresar en la Unión Europea. Desde que el grupo armado Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) iniciara la lucha armada en 1984 con el objetivo de conseguir sus fines políticos -la creación de un estado independiente kurdo en el sureste de Anatolia-, son más de 40.000 las personas que han fallecido en un conflicto que tiene numerosas connotaciones políticas, sociales e históricas.
El pasado sábado 15 de agosto se cumplió el 25º aniversario del primer ataque armado cometido por el PKK. Coincidiendo con dicho aniversario, el líder histórico del grupo terrorista, Abdullah Öcalan (que cumple cadena perpétua en la isla prisión de İmralı, en el Mar de Mármara), había anunciado que haría público su propia propuesta para poner fin al conflicto kurdo; sin embargo, el gobierno turco del partido AKP -que descartó cualquier negociación con el responsable durante años de miles de muertes- quiso adelantarse a cualquier propuesta de Öcalan y anunció su propia "iniciativa kurda", con el objetivo declarado de buscar la reconciliación y abrir un proceso "democratizador" en el país.
"Turquía debe enfrentarse a este problema y resolverlo a través de la democracia. Ha llegado el momento para una solución radical del problema", dijo el primer ministro Erdoğan, líder a su vez del AKP, durante la conmemoración del octavo aniversario de la fundación de su formación política.
Finalmente los abogados de Öcalan (que actúan de portavoz del líder terrorista) anunciaron que éste no tenía ultimado su plan y que posponía su anuncio; pero a nadie se le escapa que el AKP ha frustrado la iniciativa de Öcalan, más aún después de que el primer ministro turco accediese a reunirse con el partido nacionalista kurdo DTP (que tiene 21 escaños en el parlamento turco, con 550 diputados). Fue el propio líder del DTP, Ahmet Türk, quien calificó la largo tiempo esperada reunión con Erdoğan como "un día importante", y el que para muchos sigue siendo el brazo político del PKK ha mostrado desde entonces su adhesión al plan del gobierno. "No tenemos ninguna reivindicación territorial" o "no tenemos ningún problema con la bandera turca" han sido algunas de las declaraciones subrayadas por el líder del DTP que han contribuido a abrir el camino hacia una posible solución consensuada a la cuestión.
La implementación en Turquía desde hace años de viejas reivindicaciones kurdas, como el derecho a expresarse públicamente en kurdo (que estuvo prohibido desde el golpe militar de 1980 y hasta 1991) o la posibilidad de recibir clases de lengua kurda, o más recientemente la apertura de facultades de lengua y literatura kurdas en varias universidades del país o la puesta en marcha del canal de televisión público TRT-6 (que emite 24h programación en kurdo), son otras de las razones que poco a poco han ido minando las antiguas reivindicaciones de un PKK que con los años ha ido a menos... y con ellas su apoyo entre la población kurda, cansada de un conflicto que sólo ha traido al sureste de Turquía -de mayoría kurda- pobreza, muertes y asesinatos nunca esclarecidos por luchas por el poder en la región. De hecho, varias investigaciones puestas en marcha en Turquía para esclarecer viejos crímenes han terminado por poner en evidencia los lazos existentes entre el PKK, el narcotráfico (una de sus principales fuentes de financiación en la actualidad), grupos ultranacionalistas turcos y el asesinato de varios disidentes kurdos, muchos de ellos críticos tanto con el nacionalismo turco como con las prácticas del PKK. Los propios kurdos de la región sureste de Anatolia están también cansados de ver cómo durante años el PKK se llevaba a sus hijos a las montañas para "luchar", o de cómo familias enteras eran asesinadas acusadas de "colaborar" con el gobierno turco o simplemente por no votar a partidos pro-kurdos.
El camino puesto en marcha por el gobierno no está exento, sin embargo, de dificultades. La propia reunión entre Erdoğan y el líder del DTP despertó las iras del principal partido de la oposición, el kemalista CHP. A los habituales rumores sobre los vínculos más o menos directos entre el DTP y el PKK (o al menos entre algunos de sus militantes) se suma el hecho de que fue e propio primer ministro turco quien dijo tiempo atrás que jamás se reuniría con el DTP mientras este partido pro-kurdo no condenase los atentados del PKK y calificase a la organización como un grupo terrorista, tal y como hace Estados Unidos o la Unión Europea. El hecho es que el DTP no ha tomado tal paso (obviamente por el coste electoral y de cohesión interna que eso le supondría), y de poco ha servido que Erdoğan se justificase diciendo que acudía al encuentro en calidad de líder del AKP, y no como primer ministro. Deniz Baykal, líder del CHP, subrayó la contradicción del primer ministro para descalificar su actuación y para rechazar reunirse ni debatir con el gobierno su "iniciativa kurda", y acusa al ejecutivo turco de esconder al público sus planes sobre la cuestión.
El propio CHP ha estado también dando tumbos en torno a la cuestión: desde las primeras declaraciones en torno a la iniciativa del AKP, en las que se alababa cualquier paso en el camino hacia la resolución del conflicto y se mostraba disposición incluso a colaborar en el proceso, hasta los últimos posicionamientos en los que se rechaza cualquier debate con el gobierno; pasando por declaraciones del mismo Baykal, en las que admitía como posibles medidas a tomar en la llamada "cuestión kurda" iniciativas que ya existen desde hace años, como la posibilidad de recibir cursos de kurdo o las emisiones privadas en lengua kurda.
Más radical se ha mostrado el nacionalista MHP. Su líder Devlet Bahçeli llegó a acusar de "traición" al primer ministro Recep Tayyip Erdoğan y arremetió también contra el Presidente de la República Abdullah Gül (que lleva tiempo apelando al compromiso de todos los partidos para lograr una solución a la cuestión), diciendo que con su iniciativa el gobierno estrecha las manos del PKK y acabará dividiendo el país. El MHP -tercera fuerza política en la Asamblea Nacional Turca- se ha mostrado de hecho tajante: jamás se reunirá con el gobierno para debatir ninguna propuesta sobre la "iniciativa kurda".
El primer ministro turco ha respondido tanto a Baykal como a Bahçeli diciendo que ambas formaciones políticas no buscan más que obtener beneficios políticos en clave interna, y les ha conminado a ser responsables en un momento "histórico". El gobierno ha seguido reuníendose con otros partidos políticos para debatir posibles propuestas, e incluso ha mantenido encuentros con organizaciones sociales y varios intelectuales. El AKP no descarta de mano ninguna opción y quiere un debate "abierto", sin tabús, para elaborar un plan cuyas primeras medidas pretende anunciar pronto. Quiere además una solución "a la turca", sin dejar de tomar experiencias de otros países pero adaptando cualquier propuesta a las peculiaridades históricas, sociales y políticas de Turquía. No obstante, Erdoğan ya ha dejado claro que su partido no apoyará cualquier cambio en la Constitución que introduzca diferencias entre ciudadanos basadas en la etnia (los kurdos son sólo una de las más de treinta que pueblan Turquía), ni cambios en la organización territorial del estado o en la consideración del turco como lengua oficial de Turquía.
El poderoso ejército turco -el segundo mayor de la OTAN después del de EE.UU.- permanece mientras tanto en relativo silencio. Acostumbrado hasta hace no muchos años a mandar en la sombra y poner y deponer gobiernos elegidos democráticamente a su gusto y conveniencia, los años de fricción y tensiones con el AKP han terminado por colocarlo poco a poco en su sitio en una democracia moderna. Su actual Jefe del Estado Mayor, el general İlker Başbuğ, se caracteriza por su firme defensa del laicismo pero también por su prudencia a la hora de hacer declaraciones subidas de tono o que pongan en cuestión las decisiones tomadas en democracia o desde el gobierno, algo que le diferencia profundamente de su predecesor, Yaşar Büyükanıt, que le cedió el testigo hace ahora un año. Las Fuerzas Armadas Turcas no sólo se han mantenido más bien respetuosas y en silencio en torno a este profundo debate que vive Turquía, sino que el propio Başbuğ ha reconocido públicamente que la solución al problema kurdo no pasa sólo por medidas militares (algo impensable de decir hasta la fecha, más para el jefe supremo del ejército), sino también por otras de carácter político, social y económico que contribuyan a sacar del círculo de subdesarrollo y violencia al sureste de Anatolia.

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