El primer ministro turco asistió el domingo en Bosnia a la emotiva ceremonia por el 15º aniversario de la matanza de Srebrenica, donde ante decenas de miles de familiares de las víctimas recordó la que fue la mayor masacre cometida en Europa desde la II Guerra Mundial."Aquellos que fueron asesinados están todavía con nosotros", dijo Recep Tayyip Erdoğan a la muchedumbre de decenas de miles de personas que acudió ayer domingo a la ciudad de Srebrenica, en el Este de Bosnia, para recordar a las miles de víctimas que fueron asesinadas impunemente por las tropas paramilitares yugoslavas hace ahora 15 años.
Este año el evento tuvo además una especial emotividad, ya que durante la ceremonia en recuerdo de los miles de hombres, ancianos y niños que murieron a manos de los soldados yugoslavos en 1995 fueron enterrados los cuerpos de otras 775 víctimas de la masacre, recientemente identificados. Estas casi 800 víctimas, entre las que se incluyen dos niños de sólo 14 años de edad, se unieron así a los 3.749 cuerpos que hasta la fecha han sido encontrados en fosas comunes y que reposan ya en el cementerio de Potocari.
Aun así, la cifra no alcanza ni el 10% de los miles de musulmanes, incluyendo ancianos y niños, que las fuerzas serbo-bosnias ejecutaron impunemente el 11 de julio de 1995 en plena guerra de Bosnia, ante la mirada impasible de los soldados holandeses de la ONU que supuestamente estaban encargados de proteger a la población civil de la ciudad.
Erdoğan aseguró ante las decenas de miles de asistentes que acudieron a llorar a sus muertos que la masacre de Srebrenica ensombreció no sólo la historia de los Balcanes, sino de toda Europa, añadiendo que la dignidad de la Humanidad quedó profundamente herida hace 15 años en esta pequeña ciudad bosnia de mayoría musulmana.
"No hay duda de que aquellos que murieron en Srebrenica fueron mártires (un término usado entre los musulmanes para referirse a aquellos que mueren por una buena causa y van directamente al paraíso). A nuestros ojos, ellos no están muertos, sino vivos. Incluso ahora, están con nosotros, escuchándonos, observándonos", aseguró Erdoğan, que asistió a la emotiva ceremonia junto con otros políticos europeos y de los países balcánicos. "Una tragedia así no debería ocurrir nunca jamás", agregó el primer ministro turco.
Fue hace 15 años cuando 30.000 refugiados bosnios musulmanes que huían del avance de las fuerzas paramilitares serbobosnias acudieron a refugiarse a la base militar que la ONU tenía en el barrio de Potocari, en Srebrenica, guardada por cascos azules holandeses. Pero cuando finalmente las tropas serbo-bosnias llegaron a Srebrenica, los cascos azules les abrieron las puertas de la base y permitieron que los serbios se llevaron a los refugiados; tras separar a los hombres de las mujeres, los obligaron a subirse a camiones y se los llevaron de allí. Jamás se volvió a saber de ellos.
Un monumento en memoria de las víctimas de la masacre de Srebrenica se alza ahora en la carretera que parte de la antigua base de Naciones Unidas, donde descansan algunos de los cuerpos que han sido encontrados dispersos en las numerosas fosas masivas que se encontraron al final de la guerra.
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