OPINIÓN

DESAFÍOS POR DELANTE

YUSUF KANLI (artículo publicado el 22 de julio de 2007 en el diario Turkish Daily News, traducido del inglés original)

La nación ha hecho su veredicto. Ahora, al margen de cómo se hayan situado en la votación, todos los partidos deben dejar atrás la retórica de campaña y concentrarse en cómo manejar los desafíos que hay por delante.

Miles de candidatos participando en papeletas de 14 partidos políticos y otros 700 esperanzados independientes trataron de entrar en el nuevo Parlamento turco en las elecciones parlamentarias de ayer, que fueron vistas en Turquía y en la comunidad internacional como una prueba crucial para determinar el balance entre el Islam y la democracia secular en esta nación mayoritariamente musulmana de 70 millones de habitantes.

Es obvio que el país ha mostrado su desacuerdo con el principal partido de la oposición, el Partido Republicano del Pueblo (CHP), respecto a que el gobernante Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) representase una amenaza para el pilar del secularismo de la democracia turca. La decisión del líder del Partido Demócrata (DP) Mehmet Ağar de dimitir, debe sentar un precedente para otros líderes políticos fallidos, particularmente para el líder del CHP Deniz Baykal.

La votación del domingo ha abierto definitivamente una nueva era en Turquía. La inauguración de esta nueva era fue más evidente si cabe por la alta participación de la gente.

Alta participación

Cientos de miles de turcos han interrumpido sus vacaciones y acudido en masa a las principales ciudades donde estaban registrados para votar. Desde las ciudades turísticas de la costa hasta Estambul, Ankara, İzmir y otras grandes ciudades, hubo un incremento en el tráfico terrestre y aéreo sin precedentes durante los tres días anteriores al día de la votación. Para asegurar el regreso de la gente a las ciudades antes de la votación del domingo, muchos lugares de trabajo públicos, en especial en el ejército, exigieron a su personal de vacaciones que se presentasen el viernes. En parte por tales medidas pero sobre todo debido a la polarización entre secularismo e islamismo en el país -al contrario que en las elecciones de 2002, cuando casi una cuarta parte de los 42 millones de votantes registrados, unos 10 millones, no acudieron a las urnas-, se formaron enormes colas en las primeras horas del día frente a los lugares de votos, demostrando la alta participación del país en las elecciones. Esta mañana, pasé alrededor de 90 minutos en una de estas colas bajo el sol abrasador. Con excepción de las mujeres embarazadas, las personas discapacitadas y las personas mayores -a las que la multitud permitió gentilmente entrar sin esperar al centro de votación-, todo el mundo esperó en la cola y no hubo quejas de nadie. Según las primeras estimaciones, la participación en las elecciones del domingo podría ser de hasta el 90 por ciento o incluso más.

Desafíos por delante

Como se hizo evidente por la alta participación del electorado, así como por la distribución de los votos, la polarización en la sociedad ha alcanzado dimensiones muy peligrosas, lo que obliga a todos los políticos del país al margen de lo bien o lo mal que lo hayan hecho en la votación a involucrarse en un ejercicio de reconciliación y de rebaja de la tensión. Aunque parece que ni el AKP ni una coalición de otros partidos tendrá suficiente fuerza -2/3 de la mayoría o 367 de los 550 miembros del Parlamento unicameral- para elegir al nuevo presidente del país, no debería permitirse que el cenegal presidencial que obligó al país a las elecciones anticipadas fuera más lejos. La elección presidencial debería superarse a través de un candidato de consenso, dejando atrás la mala experiencia de abril y toda la retórica del periodo de campaña.

Bloquear la elección presidencial insistiendo en designar a un presidente en vez de elegir uno a través del consenso interparlamentario puede forzar a Turquía a unas nuevas elecciones tan pronto como a finales de octubre, y algunos de los principales actores políticos pueden esperar jugar semejante juego de tensión; ganar algo de tiempo; conseguir que la gente apruebe la elección popular del presidente en el referendum del 21 de octubre y conseguir ser elegido para la presidencia uno mismo o que lo sea su candidato por una nación polarizada. Todo partido puede tener estrategias, por supuesto, pero nos tememos que semejante estrategia será una muy peligrosa que podría explotar la ya muy polarizada sociedad turca.

Mejor que malgastar el tiempo con semejantes escenarios explosivos, creemos que el nuevo Parlamento turco debería de ocuparse de la anti-democrática ley electoral, la ley de partidos políticos, reestablecer las prioridades nacionales y proporcionar fondos suficientes para educación, introducir un innovador programa educativo que forme a pensadores independientes, reformar las políticas de impuestos o reemplazar las existentes con una efectiva y eficiente política de impuestos que ayude a disminuir la economía sumergida; introducir un programa con fondos suficientes para animar el desarrollo económico diversificado en el Este; introducir medidas para ocuparse de los elevados flujos de población que acuden a las ciudades del Oeste de Turquía; medidas que ayuden a la transición de la agricultura de pequeñas granjas familiares a otras más eficientes, potentes y productivas; y por supuesto continuar las reformas para aumentar la democracia y la libertad de expresión en el país, empezando por ejemplo con enmendar el artículo 301 del Código Penal, que se ha convertido en una cadena para el libre pensamiento.

Tenemos que entender que el libre pensamiento no es un lujo, sino que por el contrario, la libre y abierta discusión de cualquier cuestión resulta esencial si queremos que se resuelvan correctamente los problemas importantes.

Yusuf Kanli es editor jefe del diario turco en inglés Turkish Daily News