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domingo, 14 de diciembre de 2008

Informe Estratégico sobre Turquía

TURQUÍA (Hispanatolia)
Tras un análisis del horizonte estratégico de las oportunidades y riesgos para los intereses económicos españoles en Turquía, la conclusión es que éste es muy prometedor, contando España con oportunidades importantes que sus empresas deben intentar aprovechar, posicionándose con rapidez antes que otros inversores extranjeros en los sectores en los que aún hay oportunidades. De esta manera, el Índice Elcano de oportunidades y riesgos estratégicos califica a Turquía como un “reto estratégico” para la economía española.
El horizonte estratégico de la economía de Turquía queda delimitado por la evolución de su situación política, por la continuidad de la estabilidad macroeconómica, por el progreso de las reformas macroeconómicas e institucionales, que siguen una pauta liberalizadora, por el proceso y desenlace de las negociaciones de adhesión a la UE y por su situación geoestratégica. En Turquía hay hoy un consenso entre los principales actores políticos y económicos, tanto entre el AKP como entre los sectores laicos, sobre que sólo a través del logro del imperio de la ley, de la prosperidad y de la garantía de las libertades pueden afrontarse los retos de la adhesión a la UE, derivando ello en una situación política estable de cara al medio y largo plazo. Desde la superación de la crisis de 2001, la situación de la economía es de las más dinámicas de la OCDE, creciendo el PIB entre 1996 y 2006 a una tasa media anual del 4%, superior a la UE-15 (2,3%), a la OCDE (2,6%) y a España, y logrando tasas de crecimiento en torno al 7% entre 2004 y 2006. La inversión ha sido el motor de este crecimiento y será clave para el futuro, aumentando el 24% en 2005-2006, junto con el consumo privado (8,8%), más que el gasto público (2,4%). Este fuerte crecimiento es el causante de los principales desequilibrios macroeconómicos, el externo y el de precios. No obstante, el crecimiento de las exportaciones turcas es mayor que el de sus importaciones, siendo su déficit corriente financiado por las entradas de capital, por lo que las reservas se han más que duplicado entre 2003 y 2007. Por ello la resistencia del país ante las recientes turbulencias financieras internacionales es hoy mucho mayor, más aún por la mejora de la situación macroeconómica y la reestructuración del sistema financiero, que han ganado en credibilidad y consistencia temporal gracias a los sucesivos acuerdos de crédito stand-by del FMI. La reducción de la inflación ha sido espectacular, cayendo en 2004 a cifras de un dígito por primera vez en décadas, alcanzando el 8,4% anual en diciembre de 2007. La aceleración de la entrada de inversión extranjera, cuyo potencial sigue siendo elevado, es una de las claves para la sostenibilidad de este crecimiento estable. La IED supuso un 23,7% de la inversión total. Un elemento reciente es la entrada de importantes inversiones del Golfo, especialmente de Arabia Saudita, menos volátiles que las occidentales. La entrada de inversiones extranjeras ha fortalecido la Lira turca, pero su tipo de cambio parece gestionable por las autoridades de cara a evitar tanto apreciaciones prolongadas como depreciaciones súbitas, y no plantea riesgos para su competitividad, sostenida por el aumento de la productividad y por la integración de la industria turca en las redes paneuropeas.
Las negociaciones de adhesión a la UE suponen un ancla y un factor de modernización fundamental para la economía turca, independientemente de su desenlace. Respecto a su evolución, la Comisión Europea considera que Turquía sigue avanzando en la convergencia legislativa hacia el acervo comunitario en materia de Mercado Único. Esto es de gran relevancia de cara al equilibrio antes comentado, ya que los inversores extranjeros parecen valorar el proceso de negociaciones (que es el que induce las reformas) mucho más que su resultado final.
Finalmente, situada a caballo entre Europa y Asia, la posición geoestratégica de Turquía representa una puerta natural de acceso al Mar Negro, Asia Central y Oriente Medio, en términos de plataforma de expansión de las empresas multinacionales hacia Asia Central y de país de tránsito de recursos energéticos, más tras la distensión con Grecia y el reforzamiento de sus relaciones con Rusia, los países del Golfo y con muchos de Oriente Medio.
Turquía es en suma la 17ª economía mundial en términos de PIB, con un alto potencial de crecimiento y proyección hacia terceros mercados, estable interna y macroeconómicamente, con liderazgo político y económico regional, y con un compromiso de alineamiento con las mejores prácticas europeas en materia institucional, con una integración creciente y más vertical en las redes europeas industriales, más intensiva en capital, tecnología y mano de obra cualificada y, por tanto, de mayor valor añadido. Turquía es una economía diversificada, competitiva en más de 20 sectores, plataforma industrial en sectores tradicionales (textil, calzado, mobiliario, automoción, electrónica, agro-industria), con perspectivas en sectores como las tecnologías de la información , las comunicaciones y productos farmacéuticos, que posee una mano de obra abundante y joven (media de 29 años), mejor cualificada que la de los países de la última ampliación de la UE (IMD World Competitiveness Yearbook), con una productividad del trabajo muy favorable y costes laborales competitivos. Además ofrece un amplio proceso de privatizaciones, junto con oportunidades crecientes en las licitaciones de contratos públicos, y segmentos importantes de la población con pautas de consumo semejantes a las occidentales. Por último, el descenso del impuesto de sociedades lo sitúa actualmente en el 20%. Ello hace que Turquía sea un objetivo estratégico de muchas empresas multinacionales, haciendo que la ventana de oportunidad de entrada sea corta. España cuenta con algunas ventajas estratégicas: unas relaciones políticas bilaterales excelentes (apoyo español a la entrada de Turquía en la UE y la iniciativa de la Alianza de Civilizaciones); su situación geopolítica tiende a generar preferencias compatibles; las percepciones cruzadas de ambas sociedades son positivas; los flujos comerciales son sustanciales. El escaso nivel de inversiones de España en Turquía es el punto débil de las relaciones bilaterales.
Turquía se sitúa actualmente en posición medio-alta en los rankings más utilizados internacionalmente para medir el clima empresarial. Figura en el puesto 57 entre 178 países del ranking Doing Business del Banco Mundial, en el 53 sobre 131 países del Índice de Competitividad Global del World Economic Forum, y en el 64 entre 179 países del Índice de Percepción de la Corrupción de Transparencia Internacional. En la actualidad, completar los trámites de creación de una empresa puede hacerse en un día. Debe destacarse además la importancia de la Agencia para la Promoción de Inversiones, y las ventajas fiscales, institucionales e infraestructuras de los Technoparks y las Zonas Industriales Organizadas. Entre los obstáculos a la inversión extranjera están los elevados precios de la energía, su suministro con frecuentes interrupciones, carencias de infraestructuras en el Este, si bien en los grandes núcleos urbanos e industriales son adecuadas, aunque mejorables, el fuerte componente que supone el esquema turco de seguridad social en los costes laborales, las insuficiencias de la formación profesional, sobre todo en los sectores de mayor contenido tecnológico, y las barreras de salida, así como barreras de entrada, en la adquisición de terrenos por particulares extranjeros, y restricciones más o menos formales en algunos sectores (medios de comunicación, pesca, petróleo, minería y servicios financieros). En cuanto a las PYMES turcas, han sido señaladas como un obstáculo por su poca capitalización en términos físicos y humanos, por su aversión a acudir a los mercados financieros y por ser a menudo proclives a la informalidad, si bien hay que destacar que se hallan en fase de mejora y profesionalización de su gestión, lo que dará lugar a una demanda importante de servicios a empresas, abriendo nuevas e interesantes oportunidades. Por último, hay que sumar que el Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo (BERD) se plantea empezar a operar en Turquía.
Los sectores con mayor potencial de inversión para la empresa española son el industrial, el agro-industrial, el asegurador, el energético, las infraestructuras y el transporte, el turismo, el sector farmacéutico, y las franquicias de moda. En el sector de las telecomunicaciones, las oportunidades parecen haber expirado, mientras que en la banca no hay un consenso claro, si bien hay que resaltar que la tasa de bancarización turca es reducida y con previsiones de crecimiento. Detallando las oportunidades por sectores, en el sector asegurador la reforma del marco regulatorio sigue avanzando, lo que unido a los procesos de fusiones y adquisiciones, abre buenas oportunidades de posicionarse a largo plazo de cara a la expansión de seguros aún poco demandados. En el sector energético ya hay negociaciones en curso con empresas españolas. Además de su posición de corredor energético, la mejora de las infraestructuras de transporte y de generación eléctrica es uno de los grandes objetivos del gobierno, donde cabe destacar las energías renovables, la explotación de los recursos hidroeléctricos y de lignito y la construcción de entre 3 y 5 centrales nucleares. En las Infraestructuras las oportunidades son crecientes tanto en licitaciones como en privatizaciones; mejora de la red ferroviaria (un sector con presencia española: CAF y OHL), carreteras (tercer puente sobre el Bósforo), puertos, centros logísticos, hospitales en modelo Partenariado Público Privado (PPP), escuelas, tratamiento de aguas residuales, residuos sólidos y saneamiento. Además Turquía es una plataforma para penetrar en terceros países, especialmente en Oriente Medio, a través de joint ventures. En el sector turístico hay grandes oportunidades para instalaciones hoteleras en ciudades secundarias, especialmente cadenas hoteleras con servicios de calidad comparable a precios moderados, así como en el sector de los cruceros y en la construcción y gestión de marinas, incomprensiblemente desatendido dada la riqueza monumental y paisajística de las costas turcas. En el sector farmacéutico se ha iniciado un proceso de atracción de IED, llamado por su fuerte potencial, en cuanto a una demanda poco saturada, buen posicionamiento en terceros mercados y mano de obra cualificada, a la que se suman incentivos muy ventajosos a la I+D, lo que configura un modelo con paralelismos con el español y con amplio potencial para la producción de genéricos. Por último, dentro del sector de las Franquicias cabe resaltar el sector de la moda, beneficiado por una imagen de España positiva y por el aumento de grandes centros comerciales, especialmente proclive al desarrollo de las franquicias.
El exitoso proceso de privatizaciones en Turquía, sin duda el más transparente e importante en volumen de la región, fue iniciado en 1985, y acelerado tras la crisis de 2001 bajo los programas acordados con el FMI, ha aportado cerca de 30.000 millones de dólares. Entre las operaciones pendientes destacan, la Compañía Turca de Distribución de Electricidad, TEDAŞ, fragmentada en empresas provinciales, a la que seguirá la privatización de la generación. La de la compañía de Distribución de Gas Natural de Ankara, Başkent Doğalgaz Dağıtım, fue realizada en marzo de 2008. Otras operaciones son la venta del 75% restante del banco HALKBANK, a la que seguirá la privatización del 75% del Vafikbank, prevista para 2009. Otros ejemplos destacables son Turkish Airlines, una de las aerolíneas de mayor crecimiento en Europa y en proceso de unirse a la Star Alliance, de la que el 51% de las acciones fluctúan ya en el mercado, o el derecho de operación por 36 años para los puertos de Bandırma y Samsum, abiertas tanto a inversores extranjeros y turcos como a joint ventures. A ello se suman licencias para instalaciones eólicas y solares, impulsadas por el objetivo del gobierno turco, que persigue la meta comunitaria de alcanzar en 2020 un 20% de energías renovables y para lo cual ha generado una potente estructura de incentivos, además de algunas autopistas y los dos puentes sobre el Bósforo, y por último Şekerbank, dedicado al azúcar, la destilación de alcohol y la producción de maquinaria.
El horizonte estratégico de la economía de Turquía es muy prometedor, donde el factor más relevante es el amplio consenso entre los islamistas moderados y los seculares sobre el modelo económico a seguir (una economía de mercado próspera) y los mecanismos para anclarlo y modernizarlo (la convergencia con el acervo comunitario). La apertura de las negociaciones y la modernización institucional que implica adoptar el acervo comunitario, son más significativas como señal para posicionarse en el mercado que el propio desenlace del proceso. Estos dos factores, unidos a la proyección geo-económica del país, han sido claves para un cambio estructural crítico en la economía turca: la entrada de importantes inversiones extranjeras directas. Las oportunidades son enormes, pero considerando que en el mercado turco hay grandes jugadores locales y extranjeros, las empresas españolas deberían intentar posicionarse con rapidez. Las relaciones políticas bilaterales son excelentes y España es percibida en Turquía como un modelo mediterráneo de europeización y progreso económico, por lo que en suma, parece que ha llegado el momento de consolidar las relaciones económicas en el campo de la inversión directa, creando una mayor visibilidad de las empresas españolas.

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